La existencia de protocolos para producir en condiciones de bioseguridad fue uno de los cambios más drásticos e importantes que trajo el 2020, y muchas de sus prácticas se mantendrán luego de superarse la pandemia: no solo garantizan condiciones de higiene y salud en el set, sino que mejoraron procesos para hacerlos más eficientes, como el mantener menos personas en el área en donde se genera la acción, lo que mejora la concentración del equipo o controlar mejor tiempos y recursos.
El proceso de creación y puesta en marcha de protocolos generó importantes aportes: los gremios se unieron, en un ejercicio multidisciplinario, porque incluyó a expertos de la salud, funcionarios de gobierno y gente de la industria audiovisual. La colaboración por el fin último de generar condiciones para regresar a producir unió a competidores y se lograron consensos. Además, se creó la conciencia de que cada individuo es corresponsable del resto, ya que hubo que seguir manteniendo medidas en la vida privada para no arriesgar la producción.
Otro fenómeno fue el aprendizaje colaborativo y global: lo que se aplicó en unos países se replicó en otros y tuvo lugar un intercambio generoso de conocimientos que permitió mejorar procesos de manera muy eficiente.
También las empresas comprendieron la importancia de invertir en los protocolos, aun cuando encarecieron las producciones, colocando por encima el bienestar del equipo.
Los protocolos, creados ante la coyuntura como respuesta, fueron muestra de la resiliencia de la industria audiovisual ante la crisis, que, sin duda, generará cambios a futuro.