En un debate generado por Ríchard Izarra
en Facebook sobre el nuevo concepto de macroseries, Leonardo Aranguibel de Disney opinó:
“Con todo respeto, desde el punto
de vista creativo me parece que calificar o agrupar a las series de acuerdo al
costo/episodio no es suficientemente diferenciador, y para eso ya existen
vocablos muy útiles en nuestra lengua: barata, cara y carísima. Cuando
propusimos hace una buena docena de años el término superserie lo hacíamos
basándonos en estructuras narrativas diferenciadas que generaban, a su vez,
modelos de producción diferentes.
Nuestro propósito de A corazón abierto de RCN Colombia, Vista
Producciones/Buena Vista, era desarrollar un contenido que en cantidad de
episodios se acercara a la telenovela, pero conservando los valores de
producción de una serie al modelo estadounidense. Para ello era indispensable
modificar la cantidad de días asignados a cada episodio en la realización. En
una superserie podías dedicar dos o tres días a cada episodio, con lo cual en
la escritura puedes permitirte una mayor cantidad de locaciones, de escenas e
incrementar la cantidad de secuencias de impacto”.
Por su parte, Ramón
Salomón, exejecutivo de TV Azteca, cree que hay dos tipos de contenidos: los
buenos y los malos. “Todo tiene que ver con la historia, cómo es contada y la
forma en que engancha con las diversas audiencias. En estos momentos, las
audiencias ya tienen mucho mayor experiencia y elementos para apreciar calidad
en las narrativas, las actuaciones, la dirección y, por supuesto, los valores
de producción y el nivel de inversión que se inserte en la propuesta le darán
al espectador elementos para calificar y, en su momento, votar si sigue la
emisión o dedica su tiempo a otra actividad”.