En sus aplicaciones para texto, imágenes, audio, animaciones 3D y video
la inteligencia artificial y sus posibilidades atraviesan la industria
audiovisual. Llegó marcando el consumo con el cada vez más frecuente uso de
algoritmos y big data, que impulsó el desarrollo de los servicios de streaming,
que han permitido orientar a los productores y grandes players a la hora de comisionar un programa, entender el comportamiento
de las audiencias y predecirlo o programar, catalogar y personalizar el
visionado.
Para entender a las audiencias ha sido su uso más frecuente. Es un hecho en
los servicios de doblaje, posproducción, efectos visuales y en la animación, pero
en el desarrollo creativo la inteligencia se abre un nuevo camino y, por su
propia naturaleza acelerada, en cuestión de meses, se ha convertido en un nuevo desafío para la industria audiovisual y de los contenidos.
Microsoft y Google acaban de poner sus cartuchos en la mesa ofreciendo
herramientas para crear música sintética, doblaje con lip sync, creación de
imágenes, entre otras posibilidades, todas a partir de simples instrucciones en
texto que son la base de las últimos avances en el área.
Es así como surge una pregunta que luce lógica: ¿El ChatGPT será uno más
en el cuarto de escritores? Es posible. Así lo ve Álvaro Sáez, CEO de
HechicerIA, una start up española que
ya usa esta tecnología, consultado para este informe especial de PRODU.
“Para ir más rápido, ser más eficiente, para ser más competitivo, porque
si no lo haces tú lo hará otro y más rápido y tendrá más tiempo para hacerlo
mejor. No es una herramienta que piense por sí misma, no te va a quitar en sí
sola el trabajo creativo porque la idea original es de la persona”.
El escritor colombiano Luis Carlos Ávila usa el ChatGPT y herramientas similares como fuente de ideas y para investigación. “Definitivamente, abrevia el trabajo. Algo que me podría tomar cinco horas, se puede hacer en diez minutos. No quiere decir que hace mi trabajo, sino que lo facilita y abrevia. Realmente es más un aliado creativo que un enemigo” reflexiona.
El divulgador de IA y youtuber Carlos Santana dice frecuentemente en sus
conferencias que más allá de pensar cuántos puestos de trabajo pueden ser
sustituidos por máquinas que ya pueden superar la capacidad de procesamiento de
la mente humana, es necesario conocer las herramientas y no llegar tarde al
debate en el que toda la industria tendrá que entrar.
Lo que se puede lograr hasta ahora con la IA es bastante fiable, pero la perfectibilidad
de los resultados en la carrera de la IA será una constante, pues aprende. Ahí está su ventaja, también sus riesgos.
Los derechos de autor y la comercialización de contenidos generados por
IA y la seguridad de los datos e insumos usados para entrenarlas son preguntas
aún sin respuesta, pues los marcos legales y los debates éticos van a la cola
de las tecnologías.
Otro desafío que está al final del camino es que la
herramienta pueda terminar autorreferenciándose a sí misma y limitando las
posibilidades creativas, que los algoritmos tiendan a homogeneizar el arte y la creación intelectual. Sobre esto, Santana expuso en esta reflexión durante la más reciente edición de Next Lab Generation en España: “Por ahora veo que las aplicaciones que existen generan un contenido variado,
pero están en una fase inicial. Habrá que ver si no han caído en una especie de
mínimo local, generando siempre las mismas cosas. Para mí, que soy un consumidor
amateur, tampoco lo noto, pero capaz al tiempo noto que se me repite, un poco
como pasa con el contenido de Netflix. Ahí el humano tiene que estar avispado
para identificar huecos que no se estén cubriendo y a lo mejor esto genera
nuevas corrientes y formas de expresión”.