La televisión a veces ha sido considerada una epidemia, pero en momentos como los actuales se vuelve antídoto. Así es de dialéctico este medio.El inicio de una mega campaña para detener el avance de la contagiosa influenza porcina (a partir de hoy denominada influenza humana, según la Organización Mundial de la Salud) no habría tenido el alcance y el efecto si no existiera la televisión.En México primero, y en casi todo el mundo después, los noticieros y los programas de entretenimiento no han dejado pasar oportunidad para referirse a la enfermedad y sus complicaciones, a los avances y sus consecuencias.La televisión, como lo consigue después de un terremoto o de las inundaciones, provoca esa sensación de certeza ante la duda y mueve todos los actores sociales hacia ella en busca de saber más, con la diversidad de criterios y la inmediatez que nadie ha podido conseguir con imagen en movimiento y audio real.Sus críticos suelen decir que esa misma fuerza para convencer es usada muchas veces para confundir, crear estados de opinión y hasta para cambiar una idea sobre algo. Si tanto caos fuera cierto, vale la pena contar con la televisión para instantes como estos donde no basta el aviso de un vecino, ni el titular del mejor diario, ni los videos de Internet ni los correos electrónicos y sms que entre amigos se multiplican.Con la televisión no se cura la influenza humana, pero se comprende cómo prevenirla, para luego aliviar las horas de entretenimiento, quedándose casi como única alternativa que combina información y buenos ratos, frente a la insistencia de las autoridades para que todos nos encerremos en nuestras casas y evitemos el contacto con los demás.Cuando los cines han cerrado, los restaurantes no reciben clientes en sus mesas, los eventos deportivos no abren los estadios, los conciertos se suspenden y los festivales y ferias se posponen, todavía nos queda la televisión, acompañándonos sin virus ni riesgos, para entretener, avisar y mostrar.Ante el reto de evitar que sus comunicadores y artistas enfermen para que sigan trabajando, la televisión también se pone el cubre-bocas: un cable de la agencia EFE relataba esta semana que se han suspendido las escenas de besos en los capítulos de algunas telenovelas que ahora se están grabando en México.Cuando pasen los años y volvamos a ver esas escenas, ojalá recordemos que no era falta de amor de los protagonistas, sino prevención de sus productores ante el deber de la televisión con en el entretenimiento, mientras todos cumplíamos con eso que las madres siempre saben advertir a los hijos: aléjate de las malas influenzas.Leer otros {Blogs del autor;http://www.produ.com/blog/index.html} – {http://portv.blogspot.com/}Por Alexis Núñez OlivaProductor ejecutivo de Televisión