La primera semana de marzo de este año 2021 tuve la dicha de hablar por teléfono con Delia Fiallo. Le pedí que nos diera un testimonio sobre Pepe Crousillat para un especial póstumo que le estábamos organizando.
Fue igual de amable conmigo como todas las veces que la contacté por diferentes motivos. “Claro que sí, Ríchard” me dijo. “Pepe fue un gran productor al que estimé mucho”.
Quedamos que el sábado 6 de marzo iba a su casa en Coral Gables para grabarle presencialmente su opinión de Crousillat. “A las dos de la tarde te espero, estaré lista”. Su voz estaba un poco pausada, pero me habló muy lúcidamente y consciente de todo.
La primera vez que traté personalmente con ella fue en 1990 cuando le dije: “Delia, quiero que seas la portada del mes de julio de mi revista Producción & Distribución, incluyendo el reportaje principal”. Me respondió que sí, con una simpatía y humildad que me conquistó. Aceptó ir personalmente al estudio para tomarse la foto y me concedió una entrevista, en la que igualmente me habló con sencillez y franqueza. El reportaje lo titulé “Delia Fiallo, pionera de un género millonario”.
Desde entonces nos unió un lazo de cariño. A principios de los 2000 le otorgamos el Premio PRODU de esa época, y también colaboró con todo lo que le pedimos; nos dedicó el tiempo necesario para hacerle el video central del evento y nos abrió sin recelo sus archivos. En plena ceremonia, toda emocionada, se refirió a mí con mi nombre y apellido, y eso me agradó y me llenó de orgullo.
Ese sábado 6, emocionado, preparé mi equipo de cámara, el lente especial con el que la iba a grabar, los micrófonos, todo. Pero ya cuando iba a salir, sonó mi celular. Era Blanca, la persona que la cuidaba, para decirme que no había amanecido bien y que no podía recibirme. Me pasó a su hija Delita, quien me confirmó que toda la familia había decidido que ya no diera más entrevistas. Delia tenía 96 años y era la primera vez de todas mis solicitudes, que no pudo cumplir.
Me pegó la noticia de su muerte, como a todos los que la conocimos e interactuamos con ella.
¡Descansa en paz, querida Delia!