Sandra Solares de Jaibol Films
Somos, serie de ficción mexicana a partir de la historia real de la masacre ocurrida en Allende, Coahuila en 2011, basada en el reportaje de la periodista Ginger Thompson, estrena este miércoles 30 en Netflix. Su productora ejecutiva, Sandra Solares, destacó que esta serie de seis capítulos narra la violencia del narcotráfico desde la visión de las víctimas, por lo que, con una propuesta diferente, aborda un tema que pocas veces se hace visible.
Obra coral con múltiples protagonistas, fue creada y producida por James Schamus, escrita por él y por las mexicanas Monika Revilla y Fernanda Melchor, con producción de Jaibol Films. La masacre tuvo lugar a raíz de un error de la DEA, pero no hubo información ni investigación sobre lo ocurrido, hasta el reportaje de Thompson.
“Aunque es un tema fuerte, un asunto del que no se habla, es muy importante. Y al centrarse en lo que vivió la gente, pone la balanza en otro lado y te das cuenta de que las víctimas son hijos y hermanos de alguien, dejan de ser números. Por ello el reparto, con actores naturales y profesionales, fue tan importante en esta producción” dice Solares, quien reconoce que fue un reto encontrar al intérprete de cada personaje, “siempre supimos que queríamos actores naturales” afirma.
No se grabó en Allende, donde ocurrieron los hechos, sino en Durango y otras locaciones en Torreón, Canatlán, entre otros, por lo que otro reto fue ambientar esos lugares según los datos históricos. “Buscamos un lugar que nos funcionara logísticamente, donde pudiéramos llevar un equipo de 200 personas y reprodujimos las características del pueblo, según lo que investigamos. Hubo una labor de cambiar estas locaciones, dando identidad con el color, para convertirlo en Allende. Construimos también aquello que había que explotar o destruir. Además, es una película de época, porque es de 2011, y tuvimos que cuidar los autos, la música, los teléfonos, los televisores, entre otros”.
Otros retos fueron las medidas de protección por escenas violentas, además del covid, que obligó a suspender la producción en marzo de 2020, para luego retomar. Fueron 12 semanas de producción, de las que, al llegar la pandemia, faltaban de tres a cuatro semanas, por lo que hubo que reescribir lo que faltaba por filmar, para adaptarlo a las nuevas circunstancias.
“En este caso, desde la producción hubo un acompañamiento bastante creativo. James siempre nos pidió nuestra opinión, tuvimos muchas juntas del guion para ver la forma como queríamos contar las cosas, y como productora ejecutiva me dedicaba a presupuestar, contratar y hacer la parte administrativa, tuvimos la oportunidad de ser parte, lo que agradezco mucho” dijo.