MERCADEO

OPINIÓN- Andrea Arnau de Rokk3r: De querer creer a querer crear

Manuela Walfenzao| 8 de enero de 2020

Andrea Arnau Rokk3r

Al finalizar el 2019, como todos los años, me tomé un
momento para reflexionar sobre todo lo que pasó en mi vida y me senté a planear
mis metas para el 2020. Entre las reflexiones y los planes quedaron temas
profesionales, familiares y, por supuesto, de salud. Pero hubo algo personal
que no logré encajar en ninguna de esas categorías. Una reflexión había sido
recurrente durante el año y tenía que ver con mi definición de creer. Había
resultado de observar desde la distancia y vivir en carne propia momentos
impactantes que dejaron una huella. Documentales como el de Michael Jackson y
el de Elizabeth Holmes, el fallido IPO
de WeWork, el movimiento #metoo y la
creación del telar de sueños fueron, a pesar de sus evidentes diferencias,
momentos en los que me detuve a pensar por qué creemos ciegamente en lo que
creemos.

 

Entendí que, como seres humanos, creemos en lo que
queremos creer. Por años negamos que Michael Jackson pudiera abusar de algún
niño, calculo que es porque el costo de renunciar a su música era muy alto. Era
más conveniente vivir con un Michael Jackson inocente que con uno que
tuviéramos que repudiar. Algo parecido nos pasó con Elizabeth Holmes y
Theranos. Tanto los que mirábamos desde lejos como sus inversionistas, quisimos
creer que alguien tan joven iba a reinventar el mundo de la salud. Es
emocionante vivir en un mundo donde los jóvenes, y mejor aún si son mujeres,
cambian el statu quo. Lo que impacta
es que quienes estuvieron cerca no hayan hecho la debida diligencia antes de
permitir que lo que solo era una idea, alcanzara proporciones desmedidas.
Después pasó lo que pasó con WeWork y observé cómo quisimos creer que sus
carismáticos fundadores, hijos de mujeres particularmente valientes, podían
construir algo aún más grande que un espacio para trabajar. Me impactó ver cómo
la fuerza de la ambición superó la sensatez de expertos inversionistas.

 

También vi cómo quisimos creer que podríamos ser héroes y
heroínas y apoyamos movimientos que nos permitieran mostrarnos como tales,
aunque fuera por un minuto. Fácilmente nos unimos a causas que sabíamos eran
complejas, pero nos sedujo el hashtag,
el like y el retuit. Actuamos rápido, sin pensar, y en el proceso terminamos
creando un remedio más venenoso que la enfermedad. Frases como “no te conozco,
pero te creo” retumban todavía en mi cabeza y me pregunto cómo se puede creer
sin conocer. O peor aún, emitir juicios
con consecuencias irreversibles para otros solo por ganas de figurar.
Reflexioné mucho sobre la ligereza de nuestras opiniones en redes sociales y la
necesidad urgente que tenemos de revisar las fuentes y pensar antes de hablar.

 

Fue interesante observar cómo, en una mezcla de
ingenuidad y deseo de grandeza, el famoso telar de sueños se hizo popular en
mis círculos cercanos en Miami y Latinoamérica, y unió a mujeres que admiro
inmensamente en una búsqueda, enceguecida en mi opinión, de apoyarse unas a
otras. Quisieron creer en lo que en otra época fue conocido como un avión o
pirámide y fue condenado por tantos. Querían pensar que esta vez iba a ser
diferente, que por su forma de mandala y composición de los cuatro elementos,
se protegería a las mujeres que llegaran de últimas y no pudieran recibir su
recompensa de amor y dinero. Confirmé el poder del marketing y las historias bien contadas.

 

Pero entonces, si creer es tan poderoso, ¿no será que
creyendo con más juicio y prudencia logramos seguir creando el mundo que
queremos?

 

Estamos viviendo un momento sin precedentes. Para
empezar, esta es la mejor versión del ser humano que ha habido en todos los
tiempos. Estamos mejor educados que nunca, además de estar más preparados
espiritualmente y emocionalmente. Están documentados muchos avances que nos
llevan a concluir que el mundo en el que vivimos nunca había estado mejor. Por
ejemplo, tenemos menos hambre, al punto que se ha vuelto tan importante
controlar la escasez de alimentos como prevenir enfermedades causadas por el
exceso de calorías. Hay menos guerras y personas con la formación necesaria
para asegurarnos que seguirán reduciéndose. Además, la educación y la
tecnología nos han permitido mejorar prácticamente todos los aspectos
importantes de nuestras vidas, como la salud física y mental, la movilidad, la
seguridad y la comunicación. Hoy, por ejemplo, muere menos gente de
enfermedades prevenibles, se curan enfermedades que antes mataban poblaciones
enteras, hay menos accidentes, y conservamos amigos y familias unidos a pesar
de la distancia.

 

El 2020, como todos los años, traerá muchos cambios y el
comienzo de una nueva década que seguramente conllevará nuevos avances de todo
tipo en nuestra vida cotidiana. Hoy somos testigos de cambios contundentes que
pasan muy rápido y próximos el uno del
otro. Los avances tecnológicos, un mundo más globalizado y unido, personas más
preparadas y una gran abundancia de capital traerán nuevas oportunidades, a
partir de las cuales podremos crear un mundo más próspero para todos. Vendrá
también una mayor exigencia para el ser humano. La inteligencia artificial, por
ejemplo, está haciendo que muchos de los trabajos que requieren menos intelecto
sean reemplazados por máquinas, lo cual representa una oportunidad para
aumentar las capacidades que son únicamente nuestras como la empatía, la
creatividad y el razonamiento. Es vital para seguir avanzando como raza,
comprometernos y asumir este reto.

 

Con estas condiciones, el futuro solo depende de
nosotros. El llamado que hago es a que nuestras creencias estén fundamentadas
en información y experiencias que adquiramos juiciosamente. Mi invitación es a
filtrar, profundizar y elegir mejor en qué creer para así crear cosas que
construyan. Para lograrlo, recomiendo conversar más con gente que piensa
diferente para comprender mejor el mundo. Controlar los apasionamientos y
entender la proporcionalidad de nuestros actos. Comprometernos a siempre ir
para adelante y asumir retos que pongan a prueba nuestro conformismo y nos
hagan sentir un poco incómodos, para así crear cosas realmente innovadoras.
Estoy convencida de que el mundo será cada vez mejor, pero creo profundamente que
esto depende única y exclusivamente de que seamos valientes pero responsables,
sabiendo que con cada uno de nuestros actos y decisiones estamos creando juntos
un pedacito del futuro.

 

Por

 

Andrea Arnau

Chief Marketing
Officer

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