Las intensas campañas en la televisión de Venezuela por el Sí y por el No son lo más parecido a la publicidad agresiva que quiere imponer un producto comercial frente a la competencia.Lo lamentable para los televidentes es que elegir entre dos mayonesas no trae los mismos inconvenientes que un error de elección en un tema relacionado con el futuro del país.Los venezolanos son asiduos espectadores de la televisión. Aman las telenovelas, los programas de concursos, los espacios de humor y poseen la cultura popular de la belleza.Conocedores de su público, Gobierno y oposición arremeten con sus campañas televisivas. La decisión será este 15 de febrero. Está en juego una enmienda constitucional que haría indefinida la reelección.¿Los votos deciden?La estrategia de las campañas ha sido similar a las que se pautan para conseguir compradores por impulso, con el riesgo de que los votantes adquieran un producto (el Sí o el No) y después lamenten haberlo comprado, porque no lo necesitaban.Desde la demagogia podríamos decir que los votos sí deciden. Pero la influencia de la televisión tiene un peso anticipado. A veces sustituye el espacio de reflexión y no permite el análisis, más en un país donde los asuntos políticos rebasaron la razón y se enfrentan a través de las pasiones.En Venezuela el gobierno federal hace un uso indiscriminado de los tiempos de televisión donde parece no haber límites para insultar a los adversarios. Toma ventaja en la competencia de los medios, frente a una oposición que permanece a la defensiva, sin tiempo para explicar con nuevos argumentos por qué No en lugar de Sí.En esta lucha electrónica, a la que se suman los periódicos, la radio y la Internet, los ciudadanos comunes son las verdaderas víctimas que, como el náufrago, deben decidir por la tabla porque no hay salvavidas.La televisión siempre tiene el don de manipular cuando expresa un mensaje. Su influencia en gustos estéticos y decisiones está probada, pero cuando esa fuerza inmensa se usa desde el Poder, resulta despreciable. El daño es similar a poner en la cabeza de millones de personas una pistola para que voten por una sola opción, aunque físicamente ni el brazo ni el arma sean visibles.Tampoco es ingenuo el Poder que ejercen los opositores a través de medios polarizados, pero tiene un alcance menor. Dependen de recursos económicos y espacios que el gobierno posee y usa a su antojo.Los venezolanos, alegres y suspicaces por tradición, se hayan entre el fuego cruzado. La avalancha de palabras carece de argumentos sólidos que reflejen otras virtudes de las opciones Sí y No.La televisión no ha dejado espacio para que los votantes determinen qué conviene más a los intereses individuales, por encima del gastado interés nacional que esgrimen quienes piensan en su único interés político.Cuando se está a punto de abrir el camino a que un hombre pueda aspirar a perpetuarse en el Poder, la televisión podría jugar un papel trascendental sugiriendo una mayor reflexión a los espectadores, más allá de las campañas temporales.No se puede pedir profundidad al “espoteo” político de las partes que compiten, pero sí se requiere un debate compuesto por otros recursos expresivos con el mejor equilibrio que pueda conseguirse antes de la decisión final.Promover el voto por el Sí o por el No como se deshojaban margaritas preguntando me quiere, no me quiere, resta importancia al sensible momento que vive Venezuela, reduciéndolo a la categoría de un producto más de consumo.Los venezolanos deciden Sí o No el próximo domingo. La televisión ya emitió su voto y los actores políticos no han dado a los votantes la opción de escribir en la boleta dos palabras que quizá muchos quisieran decir ahora: No Sé.Ejemplo de campañas sin límites: una canción que promueve el No, supuestamente fue plagiada para hacer campaña por el Sí. {Ver video;http://www.youtube.com/watch?v=kEy8DKqvZgw} Leer otros {Blogs del autor;http://www.produ.com/blog/index.html} – {http://portv.blogspot.com/}Por Alexis Núñez OlivaProductor ejecutivo de Televisión