El desempeño no triunfador de Operación Triunfo producido por la propia Televisa, está haciendo reflexionar a los teledifusores sobre el correcto uso de los formatos de realidad. Si bien es cierto que esta nueva corriente de reality shows ha repotenciado a la TV abierta, golpeada por el éxodo de los sectores pudientes hacia la TV paga y hacia los nuevos prospectos de la comunicación en Red, (amén de los vaivenes de la economía latinoamericana, los nuevos paradigmas de la segmentación y la cada vez más delicada relación con los entes gubernamentales en el dominio de la opinión), también es verdad que la errada ejecución de estos formatos multimedios puede ser desastrosa. La enseñanza es que no sólo basta adquirir los derechos del formato, sino también hay que dejar que sus propios inventores sean sus productores. Ya se ha visto que la adquisición del concepto no garantiza el éxito. La idea puede ser fácilmente plagiada en nuestros mercados latinos, donde los litigios judiciales sobre casos de derechos de autor son por lo general largos y costosos debido a las diversas interpretaciones en esta materia. Emplear el know how y la experiencia del productor original del formato se está comprobando que es lo más conveniente para minimizar el riesgo y coronar el triunfo, en vez que los canales asuman producciones complejas en las que no son peritos. Richard Izarra.